Culpa consciente e inconsciente.

La existencia de un sentimiento consciente de culpa es un hecho de observación que se refiere a una realidad subjetiva de indudable importancia psicológica y psicopatológica, pero el sentimiento inconsciente de culpa es un supuesto teórico para explicarse fenómenos humanos y clínicos, como la necesidad de expiación o de castigo que se observa en conductas más o menos compulsivas.


Siguiendo un razonamiento lógico, Sigmund Freud pensaba que, puesto que los sentimientos conscientes de culpa suelen acompañarse de necesidad o deseo de castigo, es de suponer que la necesidad patológica o injustificada de castigo, aún sin sentimientos aparentes de culpa, estará motivada por un sentimiento inconsciente de culpa. Este mismo razonamiento es el que le llevó a la hipótesis —tan explotada luego en la literatura y el cine— de que el delincuente compulsivo sufre un sentimiento inconsciente de culpa que le lleva a buscar alivio en el castigo (juzgado y condenado ante la ley). De hecho, esta teoría se ha ampliado hasta suponer la «existencia universal de un sentimiento inconsciente de culpa, primitivo, arcaico y común a todos los seres humanos», que Freud relacionaba con el Complejo de Edipo, con esto nos referimos a la culpa del deseo incestuoso. Mientras Melanie Klein lo fundamenta en la posición depresiva por la culpa por las fantasías agresivas y destructivas contra el objeto ambivalente y la teología judeocristiana con el pecado original, de tal modo que es fácil suponer que cada cual le busca una explicación acorde con sus teorías o creencias, «pero que todos dan por supuesta la existencia universal del sentimiento de culpa».

Pero la culpa también puede verse como una preocupación y responsabilización por el estado del objeto amado, que siempre es también, ambivalentemente, objeto de agresión (Melanie Klein). En tal caso no sería solamente expresión de la preocupación por el estado del objeto, sino que tendría también una función defensiva similar a la de la ansiedad como señal de alarma, puesto que avisaría del peligro de perder el objeto amado y necesitado si no se hace algo para modificar la situación externa e interna y evitar que la agresión dañe al objeto.

La culpa puede movilizarse defensivamente ante ansiedades esquizoparanoides. Sería como una huida hacia delante, como un falso crecimiento forzado por las ansiedades esquizoparanoides: como una movilización prematura de la culpa para huir de sus precedentes evolutivos, que serían la vergüenza y la ansiedad catastrófica.

En tal caso es comprensible que esta movilización defensiva de la culpa resulte claramente patógena, puesto que se hace en falso, prematuramente, sin haber resuelto las ansiedades esquizoparanoides, sino precisamente —y he aquí el punto crucial— para no tenerlas que enfrentar.

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